El pintor chileno Guillermo Muñoz Vera crea una academia para jóvenes artistas latinoamericanos y españoles
M. F. M. Chinchón
Hace cuatro años que el pintor chileno Guillermo Muñoz Vera decidió instalarse en Chinchón después de dos décadas viviendo en Madrid. Consideró que el ambiente rural de esta localidad medieval al sur de la región era un interesante atractivo para cultivar su sueño: una escuela de arte poco convencional. Sin dogmas ni presiones, debía permitir a jóvenes latinoamericanos y españoles dar rienda suelta a sus distintas maneras de entender la pintura. Para ello creó la Fundación Arte y Autores Contemporáneos (Arauco). La idea nació en 1994 de una conversación entre Muñoz Vera y la presidenta de la fundación’, la pintora española Carmen Spínola. Hoy, ambos artistas están a punto de convertir esta localidad de 4.000 habitantes en uno de los centros artísticos más importantes de la región, en la que ya tienen una academia permanente. Además, están en camino una residencia para jóvenes artistas y “el primer Museo de Arte Contemporáneo del sur de Madrid”, según el propio Muñoz Vera. No se pretende cambiar el perfil arquitectónico y el estilo barroco español que estas casas albergan. Se quiere preservar la historia de Chinchón y trabajar con ella. La Fundación Arauco, a través de becas de posgrado, pone a disposición de los estudiantes, de forma gratuita, los medios que necesitan para superarse en el campo de las artes plásticas. Esto se traduce en la posibilidad de optar a herramientas y alojamiento. Actualmente, ocho jóvenes artistas estudian en los talleres construidos en la propia casa del chileno, al que se considera “maestro” del realismo contemporáneo. El talento y la constante supervisión del pintor constituyen una motivación especial para los alumnos, que reconocen en él su profunda conexión con el arte. Los ocho —dos españole, un peruano, cuatro chilenos y un colombiano— pintan, conscientes de que sus obras se darán a conocer bajo el patrocinio de Arauco. Llevan dos exposiciones colectivas en un año, y en septiembre todo el trabajo de la academia se podrá contemplares la galería Marieschi de Milán. En cuatro años de actividad han pasado 20 alumnos por la Casa Dusmet, nombre que recibe la vivienda, del siglo XVII, rehabilitada por Muñoz Vera para que los estudiantes se inspiren y se perfeccionen. Los talleres, que se sitúan entre patios y lagares, son un lugar idóneo para que los artistas desarrollen su trabajo. Los edificios que albergarán la residencia permanente de estudiantes de arte y el futuro museo ya son propiedad de Arauco, y estarán terminados para d •? que viene. La fundación es “una herramienta para realizar sueños”, en palabras de Alejandro Decinti, también chileno, alumno desde hace cinco meses. “Vine porque en Latinoamérica no hay condiciones para desarrollar mi trabajo. Aquí tengo la oportunidad de proyectarme”, explica. Oscar Villalón, de 29 años, nunca imaginó que el destino lo llevaría a formar parte de un grupo de jóvenes promesas dispuestos■ • ,a entregar * todo su potencial )artístico. Este pintor destaca “el intercambio de ideas y las diferentes formas de ver la vida” qué ha encontrado en Chinchón, adonde llegó directamente desde Santiago de Chile, fascinado por el proyecto. “La sensación de estar como en tu propia casa supone una facilidad a la hora de trabajar”, afirma. — Todos se consideran por las condiciones en las que crean y las posibilidades de dar a conocer sus trabajos.Cuatro de los alumnos actuales son, a su vez, profesores en una academia para el público general que la fundación posee en el centro de Madrid.
Sin currículo
Todo este edén de/artista contemporáneo se sustenta con la venta de cuadros de Muñoz Vera, que se cotizan, a precios astronómicos, en galerías como Christie’s y Sotheby’s de Nueva York. La selección de los privilegiados creadores no sigue un patrón determinado. No cuentan currículos, exposiciones o recomendaciones, tan sólo “el interés por formar parte de este proyecto”, en palabras de Muñoz Vera. Tampoco el tiempo de estudio está determinado. Hay quien lleva dos años en Chinchón y comparte espacio con quien lleva un semestre. Más allá de las propuestas que cada estudiante tiene, hay un trasfondo esencial para que la fundación tenga sentido, y es que el deseo, la dedicación, la disciplina y la paciencia se logren compatibilizar en una misma tela y se transformen en creación. El éxito de la fundación ha sido tan importante que la experiencia de trabajar con jóvenes ha superado todas las expectativa. Carmen Spínola y Muñoz Vera nunca pensaron que los resultados fueran tan inmediatos y espectaculares como los que han cosechado: haber formado cuatro profesores cualificados en apenas unos meses, o que todos los alumnos hayan empezado a vender sus obras nada más entrar a formar parte del proyecto. La intención de ambos pintores es que la fundación crezca para dar cabida a otros oficio, como, por ejemplo, modelado y escultura, diseño informático y restauración de cuadros. Arauco es un proyecto cultural importante. La trascendencia que tiene un espacio destinado a fomentar las aptitudes humanas y la búsqueda de nuevas experiencias hace que la fundación ilusione a jóvenes que piensan que este camino es un estilo.
Tres hermosos proyectos
La Casa de la Cadena, construida a finales del siglo XVII y situada en un costado de la plaza Mayor de Chinchón, se transformará en el Museo de Arte Contemporáneo. La iniciativa de Guillermo Muñoz Vera y Carmen Spínola se centra en una exhibición permanente de pintura. Esta pinacoteca mostrará arte figurativo, contemporáneo clásico y una gran presencia de pintores latinoamericanos, hecho sin precedentes en Europa. Otro de los proyectos es la creación de la residencia de estudiantes.Ubicada frente a Casa Dusmet, esta vivienda consta de 11 departamentos que cobijarán a los alumnos. Por último, Muñoz Vera y Spínola planean habilitar la casa de Monte Hermoso, parcialmente destruida durante la guerra civil. Rehabilitada en la década de los setenta sobre una superficie de 3.000 metros cuadrados, se acondicionó como restaurante en 1984. Sin embargo, un año más tarde fue abandonada. La Fundación Arauco la compró en diciembre pasado, y ahora Monte Hermoso se transformará para acoger talleres de trabajo designados a los alumnos e impartir en su seno cursos de pintura; tendrá también una galería de arte con exposiciones temporales y una permanente del propio Muñoz Vera. 24 / EL PAÍS Miércoles 13 de marzo de 2002